Cuidarse durante el embarazo es primordial. Todo lo que te puedas cuidar va a beneficiarte a ti y a tu bebé. Por eso es muy importante una buena alimentación y una hidratación cuidada.
Los cambios fisiológicos a los que se ve sometida una mujer durante el embarazo son múltiples y el agua juega un papel muy importante para conseguir el equilibrio necesario. Una mujer embarazada necesita aumentar su ingestión diaria de agua en al menos con el fin de disponer de la cantidad suficiente para atender la formación del líquido amniótico, al crecimiento del feto y a la mayor ingestión de energía que se produce durante el embarazo. Esto significa que la embarazada necesita alrededor de dos litros de agua al día, unos 8 vasos. Si el agua es de mineralización débil, como Sousas, mucho mejor.
En el documento “Pautas de hidratación con bebidas con sales minerales para mujeres embarazadas y en periodo de lactancia” de la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (SEGO), se señala que:
- el agua facilita el transporte de nutrientes hacia el torrente sanguíneo del feto y su distribución por todo el organismo.
- el estreñimiento, un problema habitual en la embarazada, puede empeorar si no se beben los suficientes líquidos.
- ingerir líquidos a pequeños intervalos ayuda a prevenir la acidez creada por los jugos gástricos y las náuseas.
- beber más incrementa la cantidad de orina y favorece la depuración de toxinas, reduce la formación de cálculos renales y el desarrollo de infecciones de las vías urinarias, habituales en las embarazadas. Para evitar estas últimas es fundamental orinar con asiduidad.
- el agua y otras bebidas ayudan a evitar la deshidratación, una situación que puede ser peligrosa en las gestantes. Los síntomas son: dolor de cabeza, náuseas e, incluso, contracciones.
- las náuseas, los vómitos o la gastroenteritis aguda provocan una gran pérdida de sales minerales. Las bebidas ricas en sales minerales, además de contribuir a la rehidratación, tienen un efecto beneficioso en estas patologías.